20 valoré la experiencia visual, el hecho de abrir los ojos y presenciar lo que hay delante, como el mejor de los cuadros posibles». Predomina, por tanto, en la obra de Cuasante el color, pero aborda su trabajo inicial desde el dibujo, de corte academicista, en una sutil arquitectura según la cual el color acepta marcar espacios no tanto por efecto del expresionismo como por deslindar la diferencia, en una especie de vuelta –de tuerca– con la fotografía. Los colores los acentúa muchísimo y ello nos depara quizás que pueda hablarse de expresionismo por esta saturación cromática, pero con un modo nuevo que –creemos– parte de su propia experiencia vital. A base de veladuras, Cuasante lo llama colores trasparentes, el artista llega a saturar la obra en tonos casi planos, en ese presumible retorno a la fotografía referido antes, como si se tratara de una solarización del color, como sucede en las imágenes analógicas o digitales, al fin y al cabo gráficas, de la película. De esta forma, con los colores casi planos consigue lo que él llama sorollismo por la luz.
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