9 Frecuentemente en los catálogos publicados de algunas exposiciones suelo hablar de mi propia obra. Aprovecho la ocasión para comentar algunos de los aspectos que considero más determinantes de lo que hago. Así, «Una aproximación al mundo de las apariencias», Diputación Provincial de Jaén; «La forma dictada por el estímulo», Caja de Castilla-La Mancha, Albacete; «Onda corta y onda larga», Diputación de Cádiz; «Sobre los colores», Caja Duero, Salamanca; «Una reflexión sobre fotorrealismo», Arco de Santa María, Burgos, etc. etc. Posiblemente deje en el tintero algunos aspectos significativos que tal vez la crítica o el público consideren más relevantes positiva o negativamente, pero de lo que personalmente redacto doy fe de que es lo que verdaderamente me motiva como pintor. Una vez más y para no centrarme solo en un aspecto voy a referirme a varios a la vez. Mi doble formación en la Escuela de Bellas Artes y la Facultad de Filosofía de Madrid han sido dos pilares en que apoyarme indistintamente a lo largo de mi trayectoria: la práctica del dibujo y la pintura en la Escuela y un cierto espíritu crítico y reflexivo sobre la estética y el sentido del arte en la Facultad. Desde el inicio de mis estudios consideré que la formación académica en el ejercicio de la pintura era una condición necesaria
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