estrecho. La relación con Paniagua trasciende esta amistad y, de hecho, Martín le encargará a menudo la introducción de los artistas en los catálogos de sus exposiciones. Es más, en 1998 Varron publicará Escritos para una galería, obra en la que se recopilan estos textos y que prologa el propio Martín. Y ya que se ha mencionado la labor editorial y complementaria a la expositiva realizada en Varron, es importante subrayar que el diseño y la maquetación de los catálogos de las muestras realizadas en la sala a lo largo de los años fue obra del propio Santiago Martín, corriendo las fotografías a cargo de José Núñez Larraz, amigo y artista, quien expondrá en la galería con el devenir de los años. Los catálogos eran impresos en Gráficas Varona e Imprenta Calatrava. El vínculo amistoso entre Paniagua y Martín sirve ahora de pretexto para aludir, en el año de la inauguración de Varron, a la exposición del trabajo de Antonio Suárez (Gijón, 1923-Madrid, 2013), uno de los fundadores del grupo El Paso y, por entonces, reconocido exponente de la plástica española con alcance internacional, además de (y, sobre todo) epítome de una concepción radicalmente innovadora del arte, que juega con una estética rupturista y un tratamiento comprometido del color y de la forma, siempre en lucha contra los convencionalismos creativos. Su presencia en Salamanca –que es la primera exposición individual que de su trabajo se hace en la ciudad– se convierte, como se ha mencionado, en un triunfo personal y para la galería, evidenciando no solo el interés existente por sus propuestas, sino, también, el maduro nivel de receptividad que el público manifiesta hacia la creación vanguardista; propensión que sorprende aún más en el contexto de escaso riesgo que transmite el ambiente cultural salmantino de los años setenta. Con respecto a los trabajos exhibidos, son óleos representativos de un autor comprometido tanto con el progreso de su carrera como consigo mismo y su personal anhelo de trascendencia. El enfrentamiento con el público es, pues, el de un hombre constante y valiente. Aprovechando el positivo ambiente dejado en la galería por los cuadros de Suárez, ya en 1974 es Manuel Rivera (Granada, 1927-Madrid, 1995), compañero de este en El Paso, quien expone sus dibujos y pinturas de la serie Espejos en Varron. Para su primera exhibición individual en Salamanca, Rivera recurre a piezas misteriosas, fantásticas, líricas a la par que sencillas, mágicas y místicas, muy distintas a las vistas meses atrás y nacidas de los pinceles de Suárez. Ello confirma
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