En este escueto recorrido por la variedad expositiva de Varron avanzamos hasta 1989 para aludir a la presencia en ella del arte de Albert Ràfols-Casamada (Barcelona, 1923-2009). Por primera vez de modo individual acerca a Salamanca un conjunto de óleos, acuarelas, collages, aguafuertes y litografías. Ya en 1991 es Josep Guinovart (Barcelona, 1927-2007) el que acude a Varron en calidad de baluarte del arte contemporáneo español de la segunda mitad del siglo XX, consagrado a través de premios, becas de formación y estudio y exposiciones internacionales que lo han dado a conocer en todo el mundo. La variedad ampliamente mostrada por Varron se incrementa en 1994 a través de Manolo Valdés (Valencia, 1942), antiguo integrante del Equipo Crónica que escoge para Salamanca obras gráficas y originales de gran formato. Su deuda con el arte pop ribeteado con dejes de crítica social se mantiene fresca, si bien se observa en la obra que presenta en la ciudad una mayor inspiración en la pintura tradicional, aunque con una ejecución y talante modernos, resueltos en trabajos matéricos y recargados. Estos mantienen intactos sus estándares de imaginación, si bien también manifiestan originalidad y evolución con respecto al pasado. 1995 es un punto de inflexión en la trayectoria de Varron que, superando ya las dos décadas de vida, ve necesaria una renovación física que redunde en una reafirmación de su política expositiva. Santiago Martín decide eliminar entonces el espacio que en la galería seguía estando destinado a la venta de material artístico con el fin de convertirlo en una nueva sala de exposición que se concentre, particularmente, en los campos de la fotografía, el grabado y la instalación. Queda en evidencia el compromiso de la dirección de Varron con la promoción artística y con la diversificación de sus propuestas expositivas; coherente, por otro lado, con el rumbo ascendente que ha ido manifestando a lo largo de los años, con el respaldo del público a las propuestas realizadas y con la solvencia y calidad de estas, ratificadas por los críticos locales. De este modo, Santiago Martín busca amplificar las oportunidades expositivas que ofrece Varron a cuantos más artistas sea posible y en la medida en la que el espacio lo permita. Si bien «este nuevo rincón está pensado para mostrar esas nuevas tendencias que han ido surgiendo al amparo de la gente joven», la reforma no pretende ser tanto «un giro en los posicionamientos como una ampliación de las perspectivas». En definitiva, se tratará de «abrir la sala a nuevas posibilidades, nuevos autores y
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