SANTIAGO MARTÍN VARRON

andadura pública. Hablamos de Antonio Marcos (Salamanca, 1938-1996), pintor sobradamente conocido en la ciudad y en la provincia merced a sus habituales exposiciones, quien encuentra en Varron un ambiente confortable, afín a su concepción estética y donde se siente libre de condicionamientos a la hora de presentar sus últimas propuestas. Estas, que han experimentado un reciente giro creativo, se exponen en la galería en 1974 como exponente de la madurez y profundidad de un autor que conserva la fortaleza del pasado, así como su capacidad para enfrentarse a la abstracción, pero que ha avanzado en términos de luminosidad y cromatismo, potenciando el protagonismo de tonalidades blancas, amarillas y ocres que contrastan entre sí. Su trabajo resulta, en conjunto, intimista y desasosegante, aproximándose al drama de modo no patente, sino latente. En la misma temporada que Marcos, enseña su trabajo en Varron Ramiro Tapia (Santander, 1931), salmantino de adopción y poseedor en 1974 de una dilatada experiencia internacional que incluye Chicago, Nueva York, Milán, Lisboa, París o Ginebra. Su presentación en la galería consiste en óleos y dibujos que, a caballo entre el surrealismo, el realismo mágico y la abstracción, impactan por su rechazo a un mundo deshumanizado y maquinizado, en el que el hombre pierde protagonismo y queda marginado en un planeta en el que lo mecánico lo controla todo. De actor pasa a comparsa, a marioneta del azar de un destino que, para Tapia, no parece deparar un devenir halagüeño. La obra es, evidentemente, pesimista, rebelde y comprometida, alentando la denuncia social e invitando a los espectadores a reflexionar sobre su presente y su futuro y, sobre todo, a decidir si es ese el legado que de nosotros van a recibir las futuras generaciones. Pese al sesgo catastrofista de su obra, Tapia valora la generosidad de Varron a la hora de dar cabida a este tipo de trabajos en Salamanca, agradeciéndole que siga «una línea pura, tratando de traer hasta aquí a los pintores más representativos del país. Pretende mantener una línea ajena a la comercialidad. Se trata de un esfuerzo que merece la pena apoyar. Y he querido colaborar en esa especie de culturización (…) que se está intentando»3. 3 Santos, Jesús María. «Ramiro Tapia, pintor charro por primera vez en Salamanca». En El Adelanto, 30 de mayo de 1974, p. 5.

RkJQdWJsaXNoZXIy NTYwMjU1