Apoya ese compromiso, aunque con una línea de trabajo muy distinta, Luis Ignacio de Horna (Salamanca, 1942), quien en 1975 lleva a Varron una muestra de sus últimos dibujos. Reputado ilustrador, ha conseguido importantes galardones de alcance internacional y ahora, como manifestación de su trayectoria en este ámbito, expone en la galería un conjunto de dibujos sencillos e imaginativos al tiempo que reflexionados, fruto de su honestidad, paciencia, introversión y madurez. Su predilección por los escenarios fantásticos y los motivos naturalistas anima a un juicio apresurado que tacharía las obras de naif o surrealistas, si bien lo cierto es que son manifestaciones impregnadas de melancolía pues, pese a su colorido, sus referencias a un presente y pasado idílicos devorados por una sociedad deshumanizada acaban manifestando más afinidad con Tapia de la que podría suponerse en un principio. No obstante, el talante positivo y optimista de Horna se impone en última instancia, manifestando su convencimiento de las capacidades del ser humano para revertir un destino incierto y orientarlo hacia caminos más prometedores. La espiritualidad del artista tiene, sin duda, mucho que ver en esta manera alegre de encarar la existencia, manifestándose plásticamente en universos misteriosos y en figuras que, en su extraña asociación de lo humano y lo animal, evocan la imaginación infantil. La escultura salmantina también tiene cabida en Varron, en especial aquella que contribuye a la revitalización de las artes provinciales. Con esa finalidad nace La mujer en la escultura de Agustín Casillas, celebrada en 1978. A través de bronces, hormigones, aluminios, alabastros y barros cocidos el artista realiza un recorrido exhaustivo por un asunto que le resulta particularmente grato. La obsesión de Casillas (Salamanca, 1921-2016) por el universo femenino lo anima a acercarse a la cotidianeidad de sus vidas, cargando las tintas en el lirismo, la plasticidad y la gracia de unos asuntos prosaicos, nada ampulosos. Estos están representados según el sentido tradicional con el que Casillas concibe su escultura. Así, predominan piezas realistas que, no obstante, se combinan con aires sugerentes y simbólicos e, incluso, en algunos casos, próximos a la abstracción. De 1983 destacamos la presencia en Varron de Aníbal Núñez (Salamanca, 1944-1987), poeta, pintor y dibujante que, conocido entonces, sobre todo, por su faceta lírica y sus apreciados retratos, rompe un mutismo largo con la exhibición de una serie de paisajes interiores y exteriores en los que no cabe duda de que un autor tan sensible y desbocado se está mostrando también a sí mismo. Además, con ellos es asimismo posible rastrear a un autor maduro, libre e intenso, imprevisible e iconoclasta.
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