ARTE SALMANTINO en [tiempos de] pandemia

[ 17 ] p á g i n a ARTE SALMANTINO EN TIEMPOS DE PANDEMIA tada y en el otro con total rotundidad– como temas más recurrentes, el paisaje urbano y la naturaleza. Las ciudades han sido siempre el eje principal de la obra de Belén Cobaleda García-Bernalt, pero esta época que vivimos, en la que las hemos sentido desiertas, desamparadas, casi muertas –premonitoria e impactante imagen ¡quién nos lo iba a decir! aquella de Eduardo Noriega corriendo solo, completamente solo, por la Gran Vía madrileña en la película Abre los ojos (1997) de Alejandro Amenábar– ha hecho –y escribimos ahora en primera persona, son palabras de la propia pintora– “alejarme de las entrañas de la ciudad y contemplarlas desde la distancia”, como así ocurre en Confín I, del mismo modo que a José Manuel Sánchez Rodríguez, como expresa gráfica y acertadamente en Lifeless 02, “la calle ya no significaba nada como tal”. En pleno estado de alarma el poeta José Pérez Olivares escribió El silencio, cuyos siete primeros versos nos cuentan: Sin niños en sus calles / la ciudad parece muerta. / Entre dos adoquines / la hierba ha comenzado a crecer / y una lechuza, / oculta en el follaje, grazna y alza el vuelo7. Por su parte, Alfonso Cuñado y Alejandro Mesonero –pintores metódicos donde los haya– se han mantenido fieles a sus definidores estilos. Así, Cuñado ha gestado en Bifurcación una imagen caleidoscópica, o como él prefiere decir, deconstruida, marcada por una alta carga evocadora gracias al preciso uso de la luz azul, esa –como una vez nos confesó el pintor– que lo envuelve todo cuando el día está a punto de acabar, cuando ya apenas queda nada para que se inicie el anochecer. Por su parte, Mesonero –conversador incansable, sobre todo cuando el arte es protagonista del diálogo–, crea, en Y sucedió en primavera, una obra de cuidada y equilibrada composición repleta de 7 A poema abierto…, p. 174.

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