ARTE SALMANTINO en [tiempos de] pandemia

ARTE SALMANTINO EN TIEMPOS DE PANDEMIA p á g i n a [ 18 ] ejecución y pensamiento, en la que el ser humano, el “Bosque Humano” –como a él siempre le ha gustado decir– se vio obligado a parapetarse en el interior de sus hogares en la primavera del año de “gracia (maldita)” de 2020. Este apartado se completa con tres delicados dibujos, uno, La procesión de los céntimos, realizado a bolígrafo por Mesonero, y los otros dos, dos detalles decorativos de la Puerta del palacio Ávila y Tiedra de Ciudad Rodrigo, dibujados a lápiz y tinta, se deben a Marín Cayetano García Aguado. El paisaje natural ha sido el tema más abordado. Esa asombrosa y agradecida naturaleza que tuvo tiempos [de pandemia] para florecer y avanzar libre –quizás así sea mejor, enteramente libre–, en todo su vasto esplendor, como ocurre en Caminos de ida y vuelta –ese díptico que nos permite respirar el aire limpio del campo– de Fernando Segovia, en La naturaleza se abre camino, de Francisco Tomás Medina Pérez –donde la hierba crece descuidadamente, o eso es lo que nos parece–, en Cantábrico, de Isidoro Moreno López –donde las apaciguadas aguas perfilan la costa o es ésta la que perfila a aquéllas–, o en el Águila, de Mª Salud Parada Morollón, que tras levantar el vuelo se lanza en picado mientras “Cruzan silencios por el aire en calma” (verso del poema Akhmaru, de Jenaro Talens8). Y en este rico apartado también podemos incluir Cánidas-8-miradas de Antonio Varas de la Rosa, Paisaje de Peñíscola de Salvador Yáñez, Es Colomer de Malocha Pombo, o Las huellas del agua de JuanPro, a quien la naturaleza le “recuerda constantemente las huellas que deja a su paso. Cuando la naturaleza interviene todo es más auténtico”. Y, en buena medida, en el polo opuesto, reclamando la libertad perdida por la Humanidad, la Musa de la Liber- 8 A poema abierto…, p. 241.

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