Guía de Museos de Salamanca

Tierra de contrastes, Salamanca se define por sus paisajes. Llanuras cerealísticas que identifican La Armuña y la Tierra de Peñaranda. Un mar de encinas que cubre el Campo Charro y se extiende hacia Ledesma y Ciudad Rodrigo. Los bosques de roble y castaño de las Sierras de Gata, Francia y Béjar. Las riberas abiertas del Águeda, del Yeltes y del Tormes antes de encajonarse. La impresionante cicatriz que abren el Duero y sus afluentes en Las Arribes. Tal variedad se refleja en múltiples ecosistemas, de una riqueza inabarcable. Salamanca es paraíso para ornitólogos y apasionados de la botánica. Una fauna amplísima, con especies únicas como la cigüeña negra o el galápago. Flores delicadas y soberbios árboles centenarios que los cobijan. Este es el paraíso de los paseantes, con caminos naturales y otros abiertos al arte. Es tierra de miradores colgados en el abismo, de riberas amables y escondidas, de empinados puertos de montaña y cumbres tapizadas de nieve. Por ello existe una completa oferta de centros de interpretación. Unos abiertos en espacios protegidos, parques naturales, como en La Alberca o Sobradillo, e incluso una Reserva de la Biosfera como en San Martín del Castañar. Otros se centran en paisajes comarcales, como los de Monleras, Aldehuela de la Bóveda, Navasfrías, Almenara de Tormes y Montemayor del Río. También los hay dedicados al mundo de la geología y los minerales, como en Juzbado y Barruecopardo. Todos comparten la misma pasión y respeto por la Naturaleza, por la necesidad de preservar este patrimonio para las nuevas generaciones. Un mundo abierto a la educación y la comprensión de nuestro entorno.

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