Guía de Museos de Salamanca

Salamanca fue llamada "Roma la Chica". Su larga historia de más de 3000 años está plagada de reyes –y reinas-, héroes, campesinos, comerciantes, libreros, doctores y estudiantes. Una historia que se refleja en cada uno de sus rincones. No en vano, en 1988 Salamanca pasó de la mano de la UNESCO a engrosar el Patrimonio de la Humanidad, y en 2002 se convertía en Ciudad Europea de la Cultura. Una cultura viva, presente en sus yacimientos prehistóricos y edificios platerescos, en su Universidad –una de las más antiguas del mundo-, en sus calles y tradiciones. Los museos de la capital reflejan este patrimonio y estos valores, y son por razones obvias, los más visitados de la provincia. Públicos, consorciados o privados, todos aportan algo al conocimiento de la idiosincrasia de la provincia. Estos museos exponen la evolución de la industria y el comercio, o el fenómeno -¡tan salmantino!- de la tauromaquia. Otros acogen los vestigios del pasado más remoto y del arte pastoril. Salamanca es urbe, pero también espejo de la provincia. Bien lo entendió Miguel de Unamuno –uno de los iconos culturales de la ciudad- en sus versos: Salamanca, Salamanca, renaciente maravilla, académica palanca de mi visión de Castilla. La historia de la ciudad está bien reflejada en los museos locales. Unos centran su interés en la evolución de su urbanismo o de su institución universitaria. Otros desvelan los tesoros artísticos acumulados en sus principales instituciones religiosas. También se encuentran colecciones increíbles fruto de pasiones curiosas como el art decó, el cine o la automoción. No faltan tampoco los que abren una puerta a las vanguardias artísticas del presente. Algunos museos son magníficos, otros modestos. Los menos parecen escondidos; los más se acogen a los muros de nobles edificios. Sin embargo, hay otros que ofrecen miradores incomparables de la ciudad, desde lo más alto como en Ieronimus, Scala Coeli o a través del privilegiado mirador acristalado de la Casa Lis. El turista que parte de Salamanca hace suyas las palabras de Miguel de Cervantes: Salamanca que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que la apacibilidad de su vivienda han gustado.

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