Guía de Museos de Salamanca

Salamanca es un lugar para los sentidos. Especialmente para los del olfato, vista y gusto. Todo aquel que visita la provincia tiene la oportunidad de entregarse al placer de una despensa de calidad y elaborados gastronómicos. Productos que nacen de la Naturaleza, de los variados ecosistemas salmantinos muy apegados a la tierra. No en vano la provincia cuenta con numerosas denominaciones de origen que abarcan el vino (Arribes, Sierra de Salamanca), las legumbres (Lenteja de La Armuña, Garbanzo de Pedrosillo), la carne de morucha y, por supuesto, el gran manjar, el jamón de Guijuelo. También presume de marcas de garantía como el queso (Arribes), el farinato de Ciudad Rodrigo, el hornazo de Salamanca, elaboraciones que aglutinan la calidad de la materia prima y una tradición artesana. El rey es ibérico, con el jamón como enseña de su capital, Guijuelo. Pero la tradición chacinera es mucho más antigua, y abarca toda la provincia: de la Sierra de Candelario a la Ribera, los embutidos salmantinos son mundialmente reconocidos. También sus vinos destacan, de Arribes a la Sierra de Francia, interpretada su cultura en Villarino de los Aires y en Parada de Rubiales. Otros productos, como la miel y el aceite, han merecido una musealización, en Arapiles y San Felices de los Gallegos, respectivamente. Cada localidad de la provincia es una suerte de museo gastronómico. Del guiso a la tapa, del aperitivo al dulce de convento, en todos hallarás un motivo más para el disfrute.

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